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Gerenciar la familia

Cuando se juntó la escuela con la oficina en casa, todos descubrimos que necesitamos ayuda, aunque es cómodo trabajar en pijama, los días se van entre tareas y proyectos de trabajo, sin contar toda la labor administrativa y de limpieza que no se puede descuidar. Pero tranquilos, la ventaja del 2021 es que ahora estamos preparados y podemos aplicar técnicas probadas para mejorar el rendimiento y lograr que nuestra familia sea más productiva.


La propuesta consiste en gestionar la actividad familiar como se gestionaría un proyecto empresarial.

Es importante que haya responsables designados para cada actividad, que las actividades estén sujetas a tiempo y que se esté evaluando permanentemente el progreso de las mismas. Además es importante incluir en todo esto la posibilidad de que el equipo en conjunto tome decisiones, haya una comunicación abierta y la adaptabilidad sea constante.


1. La familia toma decisiones en conjunto.

Como padres y madres, nuestro instinto es dar órdenes a hijos e hijas y creer que sabemos más. Nuestras familias funcionan “en cascada”, donde los de arriba dan órdenes a los de abajo. En general, tenemos razón, pero rápidamente descubrimos que repetir “ve a bañarte”, “junta los juguetes” o “lávate los dientes” una y otra vez, no es necesariamente la mejor táctica.


Como María Montessori mencionaba hace casi 100 años en su libro “El niño, el secreto de la infancia”, los infantes tienen un instinto que los guía a ser incluidos en la vida social, ellos quieren formar parte de su comunidad y aportar. Es sólo a través de este trabajo que se sienten felices, logran organizar su personalidad y formar su voluntad: “el hombre se construye trabajando”.

Por eso, cuando les ofrecemos el espacio para participar de la organización familiar, la respuesta es mucho mejor. “Incluye a los niños y a las niñas siempre que sea posible en su propia educación”, concluye Bruce Feiler, el escritor de “Los secretos de las familias felices”.


Además, la investigación del cerebro respalda esta conclusión. Científicos de la Universidad de California encontraron que los infantes que planifican su propio tiempo, establecen metas semanales y evalúan su propio trabajo, desarrollan su corteza prefrontal y otras partes del cerebro que les ayudan a ejercer un mayor control cognitivo sobre sus vidas. Estas llamadas “habilidades ejecutivas” ayudan con la autodisciplina, evitando distracciones y sopesando los pros y los contras de sus elecciones. Al participar en sus propias recompensas y castigos, se motivan más intrínsecamente.


2. Los padres y las madres nos construimos como mejores líderes.

Los equipos empresariales más eficaces no están dominados por un liderazgo carismático, como se suele creer. En realidad, pasan tiempo hablando tanto con sus pares como con la persona a cargo, se encuentran cara a cara con regularidad y hablan a la misma altura.

“Una cosa que funciona en las reuniones familiares”, mencionó David Starr a Bruce Feiler, “es permitir que cada miembro pueda decir lo que quiera. Si regresé de un viaje y tengo problemas para volver a entrar en la rutina, o si mamá no ha sido amable esa semana, este es un lugar seguro para expresar su frustración".

3. Se incorpora la flexibilidad

Como padres y madres, solemos pensar nuestras decisiones en relación a un futuro muy lejano. “Si dejo que vea un rato más de televisión, cuando tenga 45 años seguirá viviendo en casa”. Entonces creamos reglas generales que deben cumplirse indefinidamente. Pero la realidad es que no podemos anticiparnos a los problemas que surgirán dentro de muchos años.

La filosofía de la familia agile acepta y abraza la naturaleza cambiante de la vida familiar. Ciertamente no es una filosofía laxa, ya que implica que cada uno cumpla con su responsabilidad. Pero entiende que incluso el sistema mejor diseñado deberá ser rediseñado a mitad de camino.



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